El ganador ha sido vuestro compañero DAVID PALACIOS (1º C)
En esos instantes, me encontraba en el sótano de mi casa, buscando algún libro para leer, ya que acababa de terminar “La caída de los gigantes”, de Ken Follett. El mejor que había encontrado hasta el momento era “Blasfemia”, de Douglas Preston. O al menos tenía pinta de ser un buen libro.
Conocía la biblioteca de mi casa a la perfección, pero no me decidía por un libro en concreto.
En ese momento, oí sonar el timbre. Subí las escaleras del sótano al salón, para dirigirme a la puerta. Era Jason, un compañero del instituto. Me fijé al abrir la puerta de que llovía mucho. Más, incluso que aquella misma noche.
~ Hola, Bill ~ dijo ~, ¿te importaría que me quedara un rato en tu casa?
~ ¡Claro, entra, corre! Si no llevas ni paraguas.
Jason se apresuró a entrar en la casa. Era bastante tímido. Siempre se sentía diferente en una casa que no fuera la suya. Más bien, como un extraño.
~ Bill, he salido a comprar, y ha empezado a llover. Tu casa estaba más cerca y...
~ No importa, te podrás ir cuando deje de llover.
~ Gracias.
~ ¿Te vienes a la biblioteca?
~ Vale ~ dijo, titubeando.
Le llevé al sótano y le enseñé el grupo de estanterías llenas de libros. Quedó totalmente fascinado por la gran cantidad de encuadernamientos que se asomaban cuidadosamente por el estante.
~ ¡Hay millones! ~ exclamó.
De pronto, se hundió el suelo y caímos a un profundo abismo. La primera conexión con nuestro cuerpo fue la del frescor del agua. Por lo visto, había un río subterráneo bajo mi casa. Caí en esa conclusión al notar una corriente que me arrastraba.
~ ¡Bill! ¡¿Estás bien?! ~ la voz de mi amigo sonaba muy lejana. Habíamos caído muy lejos el uno del otro. Los dos estábamos perdidos.
~ ¡Sí! ~ grité, desorientado, nadando con fuerza por no ser arrastrado por la fuerte corriente, que rugía con fuerza.
Había una densa niebla que impedía ver nada a los dos metros de mis propios ojos.
De pronto, la corriente, que ensordecía los oídos, fue frenándose poco a poco, hasta quedar en un susurro. También había frenado su fuerza de arrastre.
La niebla se fue retirando, dejándome vislumbrar la enorme roca amarillenta con la que estaba a punto de estrellarme. Preferí chocar contra la roca a seguir un largo camino. La rugosa superficie me desgarró la manga de la camisa y me dejó la palma ensangrentada al intentar agarrarme. Escalé, hasta darme cuenta de que arriba se volvía plano el suelo rocoso.
Había una gran luminosidad al fondo de aquel abismo. Me encontré a Jason pasmado, unos pasos delante de mí, mirando al frente.
~ Jason, ¿qué pasa, qué te ocurre? ~ él giró el cuello a su derecha. Era imposible soportar el potente haz de luz. No tenía ninguna expresión en el rostro, que se había vuelto blanco como la nieve.
Entonces, me fijé en sus ojos, intentando resistirme a no mirar aquel resplandor. No tenía pupila. Tan solo había unos vacíos ojos blancos.
No me pude resistir más a mirar al gran destello. Entonces fue cuando supe qué era aquella luz: el mismísimo Sol. Tuve poco tiempo en fijarme en él, antes de ver por última vez alguna luz en mi vida. Todo se había vuelto negro. La oscuridad me acechaba. Cerré los ojos y grité con todas mis fuerzas.
~ ¡¡¡Noooooooooooo!!!
Me vi tirado en el suelo del sótano, sudoroso. Me gustó ver de nuevo las estanterías llenas de libros, el escritorio... Simplemente, ver.
El timbre sonó de nuevo. Subí otra vez las escalera del sótano al salón, para volver a dirigirme a la puerta. Nuevamente, era Jason. Estaba cayendo un chaparrón.
~ Hola, Bill ~ dijo ~, ¿te importaría que me quedara un rato en tu casa?
~ ¡Claro, entra, corre! Si no llevas ni paraguas.
Jason se apresuró a entrar en la casa.
~ Bill, he salido a comprar, y ha empezado a llover. Tu casa estaba más cerca y...
~ No importa, te podrás ir cuando deje de llover.
~ Gracias.
No podía ser, todo se estaba repitiendo. No podía dejar que Jason se acercara al sótano. Pero quería saber si podía recordar lo sucedido.
~ ¿Te vienes a la biblioteca?
~ Ni hablar.
~ ¡Jajajaja! ~ reímos los dos al unísono.
Pero aún sigo preguntándome algunas cosas: ¿Cómo se hundió el suelo del sótano para caer en un río subterráneo, que resultaba estar debajo de mi propia casa? ¿Por qué vimos al Sol tan de cerca? ¿Era reamente el Sol? ¿Cómo es posible que viviera hacía un momento lo mismo que había vivido antes de nuestra aventura?
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