17.5.11

Romance del Cristo de Vega

Está el Cristo de la Vega

la cruz en tierra posada,

los pies alzados del suelo

poco menos de una vara;

hacia la severa imagen

un notario se adelanta,

de modo que con el rostro

al pecho santo llegaba.

A un lado tiene a Martínez;

al otro lado, a Inés de Vargas;

detrás el gobernador

con sus jueces y sus guardias.

Después de leer dos veces

la acusación entablada

el notario a Jesucristo

así demandó en voz alta:

-Jesús, hijo de María,

ante nos esta mañana

citado como testigo

por boca de Inés de Vargas

¿juráis ser cierto que un día

a vuestras divinas plantas

juró a Inés Diego Martínez

por su mujer desposarla?

Asida a un brazo desnudo

una mano atarazada

vino a posar en los autos

la seca y endida palma,

y allá en los aires "¡Sí, juro!"

clamó una voz más que humana.

Alzó la turba medrosa

la vista a la imagen santa

Los labios tenía abiertos

y una mano desclavada




Me lo han contado mis abuelos. Me han dicho que, como he vivido en Toledo, me iban a contar este romance que, obviamente, sucede en la ciudad.

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